lunes, 19 de octubre de 2015

Algo grave está pasando

     Este relato corresponde al Taller de Escritura del mes de marzo de 2015, de la página de Literautas. Las condiciónes que debía tener el relato es que apareciera una radio encendida y que la extensión no excediera de 750 palabras.





Algo grave está pasando

     La voz del locutor denotaba miedo, el pobre hombre a penas podía articular palabra. Tras un torpe intento de hilar una frase con sentido consiguió por fin comenzar a transmitir el comunicado que acababan de entregarle <<algo grave está pasando en el condado de Charton. Las autoridades no han aclarado lo que está sucediendo. Fuentes extraoficiales hablan de extraños sucesos en los campos, en las calles de los pueblos. Se ha podido confirmar que una familia entera ha sido salvajemente masacrada mientras dormían y que incluso… han sido.. ¡parcialmente devorados! Cuando sepamos que está pasando se lo comunicaremos>>.
—Ese es nuestro Condado…
—¡Gilipolleces!
—¡Richard, por favor! La niña.
         El hombre se rascó la tremenda barriga cervecera mientras miraba con desprecio a su mujer.
— Cállate gorda, ¿quién coño te has creído que eres para decirme como tengo que hablar?
      La mujer miró con disimulado asco la panza de su marido. Era tan grande que desbordaba los límites de la tumbona, rebosando a ambos lados. Un tumbona que ocupaba el mejor sitio frente a un anticuado televisor. Richard lanzó una mirada asesina a su mujer. La pequeña Maggie se fue a su habitación sin decir esta boca es mía, no tenía ganas de ver otra paliza y además seguro que a su padre después le quedaban ganas de continuar golpeando a alguien.
—¿No me irás a decir que te crees esas tonterías?
—No dirían algo así de no estar seguros ¿no? — contestó insegura la mujer.
—Será alguna broma pesada como la de la invasión extraterrestre ¡Apaga la puta radio y enciende el televisor! Va a empezar el partido, y trae otra cerveza, que estoy seco.
          La mujer recogió la papelera que estaba a rebosar de latas y la vació en la basura que ya se encontraba desbordada.
         Maggie, ya en la intimidad de su habitación, conectó su pequeño transistor. Esa afición a la radio le venía de su madre, quizás a consecuencia de que en casa la televisión solo se encendía para ver partidos de fútbol americano, o esas películas de tiros que tanto le gustaban a su padre y tanto les aburrían a ellas. Sintonizó la primera cadena de noticias que encontró en el dial. Unos fuertes golpes resonaron en toda la casa. Alguien estaba aporreando la puerta con muchísimo empeño.
             La radio emitió estática antes de que la voz de un acelerado locutor pudiera oírse.
—Dicen que se ha podido ver a gente comiéndose a otras personas ¿qué hay de cierto en eso John? … ¿John?…
—Sí Peter, me encuentro en la calle principal de Holloways, con uno de los testigos ¿es cierto que ha visto a uno de sus vecinos atacar a otro?
—Así es, era el mal nacido de Michael Werner— el hombre hablaba con un fuerte acento del centro del país—, mi vecino desde hace más de 20 años. El muy cabrón atacó a Robert Phill, otro vecino que paseaba su perro tranquilamente, y comenzó morderle la cara ¡juro que le vi arrancar pedazos enteros de carne del pobre Robert!
—¿Un momento? — le interrumpió el locutor desde los estudios—, ¿me está diciendo que vio a uno de sus vecinos comerse a otro?
—Así es señor, el muy cabrón terminó de comerse la cara de Robert y luego continuó con el resto de su cabeza, no pudimos hacer nada, estaba como poseído, lo intentamos con todas nuestras fuerzas, pero no hubo manera, se deshizo de nosotros como quien no quiere la cosa.
            Los golpes en la puerta sonaban con más fuerza. Maggie oyó el crujir de la tumbona y los pasos de su padre mientras maldecía cagándose en los muertos de quien le estuviera destrozando a golpes su puerta.
—¡Un momento!— gritó John, el locutor a pie de calle—,¡ algo está pasando, un gran grupo de personas se dirige hacia nosotros!, Peter, vamos a tener que cortar la conexión, esto no me gusta…
—¿Qué está pasando exactamente John? — Preguntó Peter desde los estudios.
—¡Esta gente está loca!,están atacando a los que estamos en la calle y ¡joder!, ¡se los están comiendo!

          La puerta se abrió con fuerza, astillas volaron por todas partes. Maggie corrió al salón, tenía que contar a sus padres lo que estaba pasando allí fuera, a pocas calles de distancia. Se quedó paralizada al ver lo que estaba pasando. Su último gesto fue de satisfacción al ver como un individuo arrancaba la garganta de su padre de un mordisco.

sábado, 17 de octubre de 2015

Declaración de intenciones

     Hoy tiene lugar el nacimiento de este blog. Un lugar en el que poder plasmar mis inquietudes literarias en forma de relatos, artículos de opinión, reseñas y muchas otras formas. No pretendo llegar a mucha gente, me conformo con llegar a alguien y que me incluya entre sus imprescindibles. Prometo aquí ante nadie más que mi mismo, que actualizaré este blog de forma periódica, si bien no muy a menudo, si lo suficiente como para que sea interesante.
Y sin nada más que añadir, comienza esta aventura...